Por Ana Ochoa-Sánchez*/
La cordillera de los Andes, con su vasta extensión y diversidad ecológica, se ha convertido en un testimonio silencioso pero elocuente de los efectos del cambio climático. Este estudio revela cómo el calentamiento global, impulsado por la actividad humana, ha dejado una huella imborrable en sus glaciares, ecosistemas y comunidades. El estudio utilizó un enfoque integral con dos metodologías, primero se realizó una revisión sistemática de la literatura sobre los impactos del cambio climático en los sistemas naturales y humanos de los Andes y luego se llevó a cabo una evaluación de detección y atribución que comparó los resultados de las modelaciones climáticas con los cambios observados localmente para evaluar el rol de la influencia humana y trazar un mapa detallado de estos cambios, mostrando no solo la magnitud de las transformaciones, sino también su compleja interconexión (Figura 1).
El retroceso de los glaciares es quizás la señal más visible. En las últimas décadas, estas masas de hielo han perdido entre el 30% y el 50% de su superficie, un fenómeno atribuido con alta certeza al aumento de las temperaturas causado por las emisiones humanas. Este deshielo no es un evento aislado: altera los ciclos hidrológicos, reduce el caudal de los ríos y amenaza el suministro de agua para millones de personas. Las comunidades andinas, que durante generaciones han dependido de estos recursos, ahora enfrentan sequías más intensas e inundaciones repentinas, lo que a su vez afecta su seguridad alimentaria y medios de subsistencia.
Los ecosistemas andinos, ricos en biodiversidad, tampoco escapan a estas transformaciones. Especies de flora y fauna se desplazan hacia mayores altitudes en busca de condiciones más frías, mientras que los incendios forestales y las plagas aumentan, alterando paisajes enteros. Estos cambios, aunque en parte naturales, se ven exacerbados por la acción humana, creando un escenario de incertidumbre para la conservación.
Así también, los impactos se extienden a dinámicas sociales, como la migración de jóvenes hacia las ciudades, por ejemplo, que se ha acelerado, no solo por la búsqueda de oportunidades económicas, sino también por la dificultad de mantener cultivos y ganado en tierras cada vez más áridas. Las tradiciones culturales, profundamente ligadas a los glaciares y a los ciclos naturales, también han sufrido impactos. Para muchas comunidades indígenas, la desaparición del hielo no es solo una pérdida ecológica, sino espiritual, un signo de desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

El estudio también destaca los desafíos para atribuir estos fenómenos exclusivamente al cambio climático. Factores como el cambio de uso del suelo, factores socioeconómicos, la expansión urbana entran en juego, complicando el panorama. Sin embargo, la evidencia es clara: la influencia humana ha acelerado y agravado muchos de estos procesos.
Frente a esta realidad, el estudio enfatiza la urgencia de políticas de adaptación que integren el conocimiento científico con el local. Las comunidades andinas, con su profunda comprensión del territorio, pueden ser aliadas clave en la búsqueda de soluciones. Pero también se necesita acción global para reducir las emisiones y mitigar los efectos futuros. Los Andes, con su fragilidad y resiliencia, son un recordatorio de que el cambio climático no es una amenaza abstracta, sino una realidad que ya está reconfigurando paisajes, culturas y vidas.
*Facultad de Ciencia y Tecnología & TRACES, Universidad del Azuay, Cuenca, Ecuador ATUK Consultoría Estratégica, Cuenca, Ecuador
1Ochoa-Sánchez, A., Stone, D., Drenkhan, F. et al. Detection and attribution of climate change impacts in coupled natural-human systems in the Andes. Commun Earth Environ6, 314 (2025). https://doi.org/10.1038/s43247-025-02092 9